Me acuerdo que de pequeño mi madre nos inflaba de tartas, dulces, bizcochos, sultanas, bolitas de almendras....(Voy a parar porque sino, pareceré a Buba en la película de Forest Gump contando las recetas de gambas que hacía su madre).
Bien, el otro día me dispuse a realizar un bizcocho, de los normalitos, de lo que a la mayoría le gustan, los de limón. De pequeño ayudaba mucho a mi madre, me encantaba pringarme las manos de harina al mover la masa, o pellizcar para probarla.
Así que me cercioré si había todo los ingredientes en mi cocina, y me dispuse ha hacerlo.
Tamicé la harina para que se esponjara más y ayudara a la levadura a subir, batí los huevos a punto de nieve para darle sensación a la masa de esponjosa. Mezclé con harina de maicena para ponerla más fina... Total, muchas tonterías.... pero así es un bizcocho, (Con paciencia y esmero sale siempre bueno... O casi siempre...)
Una vez batido con la batidora, y no con la (Turmi, jajaja, me encanta la palabra turmi, ¿Puede ser mas cateta?) Lo eché en el molde alargado, que al parecer era nuevo, porque yo no lo había visto otras veces por el mueble, y lo metí en el horno a buena temperatura durante media hora.
Cuando lo saqué tenia buenísima pinta... tanta, que me dio por partirlos en pequeños trozos para picar alguno y que nadie se diera cuenta que ya lo había probado... Pero lo dejé enfriar y me olvidé de él.
Por la noche, recogiendo la cocina, me di cuenta que estaba allí... Con fatiga, pequeñito, mala pinta, así que lo partí y me di cuenta que por el centro estaba todavía crudo... No me lo pensé dos veces, lo cogí y lo tiré en el cubo de la basura. Odio que un trabajo me salga mal.
Mi trabajo y tiempo desperdiciado... No se porque salió mal, ya que hice todos los pasos que tenía que hacer, aunque ahora que lo pienso, la culpa no fue de la temperatura del horno, ni de la mezcla del limón con el huevo, ni la azúcar que le eché... La culpa era del humor que últimamente tengo por el cuerpo... Y si nadie me cree, que se ponga a ver la película Como agua para chocolate, que estoy diciendo toda la pura verdad. Cuando se hace una acción y tienes un problema, esa acción se contamina. La culpa realmente fue que no tenía un gran sonrisa mientras movía y movia la gran masa, que no tenía buenos pensamientos cuando me ponía a verlo tras la ventanita del horno... Pero es que ultimamente no estoy en niguna parte...
Espero poder hacer pronto buenas meriendas...