lunes, 11 de agosto de 2008

El trabajo de un pintor es mas duro de lo que la gente cree –dijo muy serio-. Durante meses. Vagamos de aquí para allá en busca de un gesto, un perfil, un rostro que se adecue a nuestras ideas y que nos sirva de modelo. A mi me faltaba un Judas. Un hombre que tuviera el mal grabado en el rostro; pero no un mal cualquiera: necesitaba una fealdad inteligente y despierta, que reflejara la lucha interna de Judas por cumplir la misión que el propio Dios le confundió. Coincidiréis conmigo en que sin su traición. Cristo nunca hubiera consumado su destino.


- La cena secreta -


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una verdad muy grande.
Saludos desde Italia de una persona q estuvo muy cerca de ti...

Angel dijo...

Supongo que si no hubiese sucedido lo de la traición, hubiese pasado otra cosa.. o hubiesen escrito otra historia... quien sabe...

TORO SALVAJE dijo...

Claro, lo paradójico es que Judas fue un instrumento.

Saludos.

Alberto López Cordero dijo...

Interesante y muy ameno libro de Javier Sierra. No se si sabes que anda en negociaciones para ser llevada al cine. Un saludo.

Acuarius dijo...

¬¬