domingo, 30 de septiembre de 2007

Querida Julia:



No sabes lo sólo que me has dejado, sin el apoyo de tu brazo, mi andar es inseguro y vacilante. Cuando voy paseando por el parque arrastrando los pies, a veces oigo que dicen por lo bajo ¡pobre viejo! ¿Por qué? He vivido y amado más de lo que quizá ellos amen.


¿Sabes que ayer quisieron quitarme nuestra cama? Dicen que en una pequeña estaría mejor, pero me opuse firmemente, me puse como un loco. (...). Ellos sólo ven una cama grande, una cama vieja, con un pobre viejo que se pierde en ella, pero no comprenden que en ella estás tú. Cuando a veces me acuesto, aún me parece que siento el calor de tu cuerpo, y si doy una vuelta y me roza la sábana, me parece que es tu mano que acaricia mi frente. A veces me despierto a media noche, y me quedo asustado de que no estés allí.


Cuando no me ve nadie, me lavanto de puntillas y, sin hacer ruido, saco un camisón tuyo que tengo escodido en el fondo del cajón y lo extiendo en la cama a mi lado, y duermo tranquilo y feliz, pues ya no estoy solo, aunque a la mañana siguiente lo tengo que volver a esconder. (...)


Quieren tirar la cama y no saben que es el único sitio donde no tengo miedo a la muerte.




"Carta de Amor de un Viejo". Burdeos Cortés. M.F.

3 comentarios:

Alberto López Cordero dijo...

Triste, pero terriblemente real.

Luni dijo...

Estoy de acuerdo con alberto... es una terrible realidad!

Besos
Muám

Perraburu dijo...

Qué belleza!! Triste, pero bello.